Por no ser una sombra en el espejo
tomé prestado un rol que no era mío.
Ahora este siniestro escalofrío
es dueño del dolor de mi pellejo.
Por no ser solo la caricatura
del hombre que seré cuando sea un hombre
para elevar el eco de mi nombre
habito en un rincón de la impostura.
Y no hay mayor tristeza amigo mío
que ser un monigote, un espejismo
un Don Nadie aferrándose a su trono.
Y ahora, sumergido en este hastío
entiendo que a las puertas del abismo
me asomo cada vez que me traiciono.