Modo de Empleo

Este blog no se lee de arriba a abajo,
No estás leyendo versos, sino cartas,
Stewart o Caronte, quien reparta
que ponga la etiqueta a su trabajo.

Así, primero clica en "etiquetas"
y tendrás las epístolas juntitas.
¿leer de carrerilla? ¡quita, quita!
un lío, un error craso, una puñeta.

Ya ves, este es un blog con instucciones
de uso, síguelas, no es tan complejo,
tampoco hay que agitar antes de usar.

El tema es divertirse, ¡qué cojones!
si pasas y al salir estás perplejo,
ya sabes, tu deber es opinar.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Juegos malabares

El caso es que no sé por dónde ando,
el caso es que cerré mis alamares,
el caso es que rodé por otros bares
y tengo el corazón pachucho y blando.

Verás el caso es que de cuando en cuando

me gusta regresar por estos lares,
regodearme en juegos malabares
uniendo versos, letras y rimando.

Y mira tú por dónde, el tratamiento

funciona al cien por cien, bendita suerte,
No hay mal que no me espanten unas letras.

Y me hago fuerte frente al desaliento,

y frente a la tormenta me hago fuerte,
y no hiere el dolor ni me penetra.

Tienes razón

Lo bueno de rimar es que te olvidas
de todo sin razón y sin motivo,
lo malo es que rimar es adictivo,
lo bueno es que el Volver deja salidas.

Es cierto que escribimos por caidas,
por náuseas, por encargo... el incentivo
es el exorcizarnos lo nocivo
y darle la puntilla a las heridas.

Volver hacia la línea del principio,
y andar dando salida a tanto ripio
te encostra y te protege el corazón,

por eso tras el verso y tras la letra
no nos hiere el dolor ni nos penetra,
de nuevo, amigo fiel, tienes razón.

La noche acaba

La noche que el dolor está al asedio
y busca con sus garras carne fresca,
La noche que la sombra más grotesca
se cierne sobre el cuerpo sin remedio.

La noche conquistada por el tedio
que viene en su quietud armando gresca,
la noche en que una pena gigantesca,
traspasa las neuronas por el medio,

da paso a un alba, cuando se termina,
que contra la negrura se amotina
y acaba con la sombra y se hace escudo.

La noche que al silencio te condena
se acaba si la rima sale buena
y firmas un soneto cojonudo.