Modo de Empleo

Este blog no se lee de arriba a abajo,
No estás leyendo versos, sino cartas,
Stewart o Caronte, quien reparta
que ponga la etiqueta a su trabajo.

Así, primero clica en "etiquetas"
y tendrás las epístolas juntitas.
¿leer de carrerilla? ¡quita, quita!
un lío, un error craso, una puñeta.

Ya ves, este es un blog con instucciones
de uso, síguelas, no es tan complejo,
tampoco hay que agitar antes de usar.

El tema es divertirse, ¡qué cojones!
si pasas y al salir estás perplejo,
ya sabes, tu deber es opinar.

lunes, 18 de abril de 2011

Verso de estación

Perdí en Babel tus cartas y mi espada,
de tanto despedirme en los andenes,
pintando mis adioses a tus trenes
con una mano muda y descarnada,

que grita sin decirme nunca nada,
callando las preguntas que contienes,
A dónde voy yo y tú de dónde vienes,
con tu vieja maleta desconchada.

El barrio que escapó por los cristales
se lleva cada foto, cada herida,
dejando una mentira en el rincón.

Y el verso que te incluyo en mis postales,
si huele, o lo parece, a despedida,
es que es un verso triste de estación.

No seré yo

En el andén espero tu regreso
las horas transcurridas las devoro,
evoco la tibieza del tesoro
que tal vez traerá el siguiente expreso.

Espero como en el chiquero el toro
y como el toro, nunca salgo ileso,
espero en la estación y quedo preso,
el desencuentro nunca es indoloro.

La ausencia es una lúgubre cuchilla,
que horada el corazón y lo maltrata,
es ácido en la flor de la postilla.

El día en que marchaste, timorata,
juraste regresar a estas orillas,
en fin, no seré yo quien te rebata.

Vía arriba

Los trenes que se marchan vía arriba
jamás vuelven tan llenos de regreso
y el alma va cayendo bajo el peso
de tanto adiós que duele y desmotiva.

La vía es una sierpe fría y viva
que acaba con la risa y con el beso,
el verbo del andén es el progreso
y es el borrón impreso del escriba.

Oculto en el vagón de mis memorias
se marcha todo aquello que he vivido
sin ganas ni ilusión por regresar.

Escondo en las consignas mis historias
y busco en la estación del vil Olvido,
los trenes que se marchan sin llorar.