Modo de Empleo

Este blog no se lee de arriba a abajo,
No estás leyendo versos, sino cartas,
Stewart o Caronte, quien reparta
que ponga la etiqueta a su trabajo.

Así, primero clica en "etiquetas"
y tendrás las epístolas juntitas.
¿leer de carrerilla? ¡quita, quita!
un lío, un error craso, una puñeta.

Ya ves, este es un blog con instucciones
de uso, síguelas, no es tan complejo,
tampoco hay que agitar antes de usar.

El tema es divertirse, ¡qué cojones!
si pasas y al salir estás perplejo,
ya sabes, tu deber es opinar.

domingo, 10 de abril de 2011

El último soneto

La noche sangra a veces cuando escribo
y me hunde en un infierno de horas bajas,
cubriendo mis poemas con mortajas
que aprenden a herir en superlativo.

Se me envenena el verso sin motivo,
y el mismo corte que corta barajas
repite en mí ese baile de navajas.
Mas sigo vivo, herido pero vivo.

Me inunda el pecho la sangre gastada,
retumba un grito que se queda en nada,
y cada línea se convierte en reto.

Me venzo sobre el folio sin protesta
y el último suspiro que me resta,
lo gasto en acabar este soneto.

Versos incompletos

Si corta el corte que hacen las barajas,
igual corta el silencio, el abandono.
Las letras viven huérfanas de trono,
si no las mimas y las agasajas.

Tal vez sembrar un verso en horas bajas,
en un erial estéril, sin abono,
es todo lo que hago cuando entono
sonetos construídos con migajas.

Las ganas de escribir están maltrechas,
destiérrame, condename a galeras,
mas no dejes mis versos incompletos.

En fin, si mi silencio abrió una brecha,
acepta mi disculpa sonetera,
con otro nuevo y último soneto.

El pecado no es tuyo

No es tanto tu silencio como el mío,
tu gana de rimar como mi gana,
la masa a la que rezo ya no hilvana
más que un verso sin ánima y baldío.

Me duermo agarrotándome de frío
soñando con que vuelva la mañana
con un verso que rompa la ventana
salvándome del trágico Vacío.

Soy yo el que erró su escape de la Nada,
mi musa la que se quedó callada,
quitando de mi mente las canciones.

No sufras un pecado que no es tuyo,
yo estoy entre la espada y el orgullo,
dispuesto a un hara-kiri de ilusiones.