Modo de Empleo

Este blog no se lee de arriba a abajo,
No estás leyendo versos, sino cartas,
Stewart o Caronte, quien reparta
que ponga la etiqueta a su trabajo.

Así, primero clica en "etiquetas"
y tendrás las epístolas juntitas.
¿leer de carrerilla? ¡quita, quita!
un lío, un error craso, una puñeta.

Ya ves, este es un blog con instucciones
de uso, síguelas, no es tan complejo,
tampoco hay que agitar antes de usar.

El tema es divertirse, ¡qué cojones!
si pasas y al salir estás perplejo,
ya sabes, tu deber es opinar.

viernes, 10 de agosto de 2012

La Boca del Infierno

Esta cura de sueños desvelados
esta boda sin jueces ni testigos
esta mano derecha de tu ombligo
este arroz sin espina ni pescado.

Este libro de manta y carretera,
esta casa que rueda a nuestra espalda,
esta mano subiendo por tu falda,
este faro sin norte ni bandera.

Este asalto en el último peaje,
esta playa, esta torre derruida
este horizonte agitando su pay-pay.

Esta etapa del próximo viaje,
esta lección que ya llevo sabida:
La Boca del Infierno está en Cascais.

Yo también iré

El faro que saluda hacia la proa,
los trucos que olvidé cuando era mago,
la playa donde sueño que yo yago,
el blues que me aferró como una boa,

La dulce poesía de Pessoa,
el verso que le robo a Saramago,
el premio que me anima en lo que hago,
las ganas de pasarme por Lisboa.

Envía una postal desde el infierno,
saluda a los diablos de mi parte,
y déjame un poema entre la roca.

A orillas de ese mar azul y eterno
haré yo un fado para contestarte.
Un día yo también iré a La Boca

De Mazagón a Sitio

De Mazagón a Sitio, de Salema
a Faro, vía Cabo San Vicente,
En Faro una experiencia diferente,
de roca y agua y sal: azul poema.

Palacio de la Pena, Regaleira,
Sintra es un mar de niebla entre los montes,
después de Vila Nova de Milfontes,
de Nazaré y Belem, Carrapateira.

Si vas pide grelhado de sardinas,
regálate un capricho de mariscos,
e intenta degustar la cataplana.

El fado que me escribes, con sordina
resuena entre las playas y los riscos
haciendo la tragedia cotidiana.


martes, 31 de julio de 2012

Perdón

Para Estefanía

He sido insoportable y cabezón,
Un niño que no sabe lo que quiere
Y entono este tardío miserere
por no haberte pedido antes perdón.

Ya sabes, no me late el corazòn
sin ti, mi vida es sombra y se me muere,
Mi amor llora sin nadie que le espere
y duele, sin que me quiten razón.

Por eso se deslizan por mi boca,
El fado de las noches que me llevo
y el blues de cada beso que no doy.

Perdón por no besarte cuando toca,
perdón por los poemas que te debo,
Perdón por haber sido como soy.

En esto de pedir

En esto de pedir perdón, compadre,
como has de suponer tengo experiencia,
permíteme la burda impertinencia
de convertirme en perro que te ladre.

No soy tu sobredosis de Orfidal,
no voy a remendarte las heridas,
pero perder partida tras partida
me enseña que la gloria es lo anormal.

Así que te acompaño en este invierno,
de idas por la oscura cuerda floja
y vómito de versos en papeles

Para salir indemne del infierno
hay que sobreponerse a la congoja,
y darle a Estefanía sus laureles.

Laureles

No caben los laureles que le debo
siquiera de Argentina a Barcelona,
si le pido perdón, va y me perdona,
si vuelvo a tropezar, lo hace de nuevo.

Su beso, sangre y fresa, es mi placebo,
su ausencia, sangre y sombra, me destrona,
por ella empeñaría mi corona,
mi reino, mi castillo del medievo...

y el menda, que se quiso hacer canalla,
ahora solo pasa de la raya
si su cuerpo me espera al otro lado,

ya ves, con lo que ha sido el que escribe,
tendrá que admitir que solo vive
por lo que Estefanía ya me ha dado.

Procura no dormirte en los laureles

Si donde va el perdón sigue el olvido,
procura no dormirte en los laureles.
No seas ni tirano ni pelele,
no falten nueces donde sobre el ruido.

El goce de mirar hacia otro lado,
de no cobrarse afrentas ni deslices,
también puede dejarte cicatrices;
son gajes del oficio de soldado.

Si te perdona es porque lo mereces,
no debes olvidar que muchas veces
el dolor es peor cuando es constante.

La clave es cultivar la sensatez:
El que perdona: memoria de pez.
pero el que es perdonado, de elefante.