Modo de Empleo

Este blog no se lee de arriba a abajo,
No estás leyendo versos, sino cartas,
Stewart o Caronte, quien reparta
que ponga la etiqueta a su trabajo.

Así, primero clica en "etiquetas"
y tendrás las epístolas juntitas.
¿leer de carrerilla? ¡quita, quita!
un lío, un error craso, una puñeta.

Ya ves, este es un blog con instucciones
de uso, síguelas, no es tan complejo,
tampoco hay que agitar antes de usar.

El tema es divertirse, ¡qué cojones!
si pasas y al salir estás perplejo,
ya sabes, tu deber es opinar.

martes, 31 de julio de 2012

Perdón

Para Estefanía

He sido insoportable y cabezón,
Un niño que no sabe lo que quiere
Y entono este tardío miserere
por no haberte pedido antes perdón.

Ya sabes, no me late el corazòn
sin ti, mi vida es sombra y se me muere,
Mi amor llora sin nadie que le espere
y duele, sin que me quiten razón.

Por eso se deslizan por mi boca,
El fado de las noches que me llevo
y el blues de cada beso que no doy.

Perdón por no besarte cuando toca,
perdón por los poemas que te debo,
Perdón por haber sido como soy.

En esto de pedir

En esto de pedir perdón, compadre,
como has de suponer tengo experiencia,
permíteme la burda impertinencia
de convertirme en perro que te ladre.

No soy tu sobredosis de Orfidal,
no voy a remendarte las heridas,
pero perder partida tras partida
me enseña que la gloria es lo anormal.

Así que te acompaño en este invierno,
de idas por la oscura cuerda floja
y vómito de versos en papeles

Para salir indemne del infierno
hay que sobreponerse a la congoja,
y darle a Estefanía sus laureles.

Laureles

No caben los laureles que le debo
siquiera de Argentina a Barcelona,
si le pido perdón, va y me perdona,
si vuelvo a tropezar, lo hace de nuevo.

Su beso, sangre y fresa, es mi placebo,
su ausencia, sangre y sombra, me destrona,
por ella empeñaría mi corona,
mi reino, mi castillo del medievo...

y el menda, que se quiso hacer canalla,
ahora solo pasa de la raya
si su cuerpo me espera al otro lado,

ya ves, con lo que ha sido el que escribe,
tendrá que admitir que solo vive
por lo que Estefanía ya me ha dado.

Procura no dormirte en los laureles

Si donde va el perdón sigue el olvido,
procura no dormirte en los laureles.
No seas ni tirano ni pelele,
no falten nueces donde sobre el ruido.

El goce de mirar hacia otro lado,
de no cobrarse afrentas ni deslices,
también puede dejarte cicatrices;
son gajes del oficio de soldado.

Si te perdona es porque lo mereces,
no debes olvidar que muchas veces
el dolor es peor cuando es constante.

La clave es cultivar la sensatez:
El que perdona: memoria de pez.
pero el que es perdonado, de elefante.