Yo soy el que firmó la maravilla,
mi verbo suena casi a providencia,
no trates de igualarme, que mi ciencia
opaca tu razón con lo que brilla.
A ti, que te parece una proeza
el tajo de escribir catorce versos,
dedico este inventario de perversos
sonetos que ha bordado mi cabeza.
Ya ves cuánto prodigio llevo dentro.
y aunque no tenga el sitio que merezco,
mi grandeza conjura la protervia.
Ya ves, mi huella marca el epicentro,
que soy más grande de lo que parezco
mirando mi reflejo en la soberbia.
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