Compañero Caronte, ¡Qué fortuna
que vengas a mi cuchitril coqueto!
Y si encima me escribes un soneto,
mi trastero se vuelve tu Laguna.
¡Menudo honor!, en serio. No es secreto
que en esta cara inculta de la Luna,
el verso se atraganta si en ayunas
se lo das a probar a los catetos.
Se salvan, compañero de la quema,
tus versos, tus palabras, tus poemas.
Harás diana siempre que dispares.
Amigo de las redes internautas,
propongo que sigamos esta pauta
y hagamos "Sonetos Epistolares".
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