El verbo que se imprime en estos pagos
tiene la misma magia por aquellos,
qué manantial de senos y de cuellos
de sexo sin control y sin halagos.
Las balas que disparas sin amagos
disfrutan tus paisajes, tus destellos,
se enquistan, permanecen con tu sello,
conjuran de la piel los sueños vagos.
En fin... cuando las letras engorrosas
se vuelcan consagrándose a la prosa,
no escuchan, te han ganado la batalla.
Ahora que conozco tu escondrijo
tu ausencia no se vuelve un acertijo,
ya sé por dónde hablas cuando callas.
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